La
sal posee extraordinarias propiedades purificadoras.
En el mar actúa como antiséptico y
destruye las bacterias. Aunque el mar está sujeto a la misma contaminación
destructiva que la tierra firme, el agua
salada se regenera más rápidamente. La sal de los océanos es capaz de
neutralizar y destruir parte de la contaminación biológica que infesta el
litoral de nuestro planeta. El mar es un medio que se autorregenera
completamente, propiedad que puede atribuirse a la sal que hay en el agua.
En
muchas culturas la sal se ha utilizado tradicionalmente en rituales destinados
a despejar y purificar la energía
negativa. Las campanas de las iglesias
se ungían con sal y agua para bendecirlas y bautizarlas antes de implorar a
Dios que dispersara los malos espíritus mediante el poder de su potente sonido.
Durante la celebración del bautismo,
se unge a los niños con sal para ahuyentar a los espíritus malignos.
Se
cree que el uso prolífico de la de la sal entre los cristianos tiene su origen
entre los romanos, que utilizaban esta sustancia para ahuyentar las
negatividad. La costumbre de arrojar sal
por encima del hombro izquierdo para prevenir la mala suerte es muy
antigua. En otro tiempo, la sal era una sustancia muy valiosa, así que ¿qué
sentido tenía tirar este producto tan preciado? Existía la creencia de que el “mal” se encontraba en el lado izquierdo
de nuestro cuerpo y la bondad en el lado derecho. Al arrojar la sal por
encima del hombro izquierdo, ésta
inmovilizaba los espíritus malignos que estaban aguardando el momento propicio
para hacer alguna maldad. Sea verdad o no, lo que realmente importa es que
la sal era considerada un elemento primordial para neutralizar la negatividad.
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