Este es el ritual más hermoso y poderoso que existe en la
magia Angelical. Para llevarlo a cabo es necesario abstenerse de comer carnes, de tener relaciones sexuales o de tomar
licor o usar ningún tipo de drogas, incluyendo medicamentos, por tres días.
Veinticuatro horas antes del ritual la
persona debe comenzar un ayuno durante el cual sólo debe tomar líquidos,
que no incluyen café, té o licor alguno. El ritual solo se hace en Luna Creciente, pero no en día sábado.
Una hora antes del ritual la persona se baña y se viste
con una túnica blanca. Como siempre, debe estar descalza porque ante Dios y sus
ángeles los pies deben estar descubiertos.
El cuarto donde se va a llevar a cabo el ritual se rocía
de antemano con agua y sal de mar y luego se pasa incienso y mirra por todo el
ámbito.
Se coloca una vela
blanca en los cuatro puntos cardinales de la habitación y se pide la bendición
y protección de Dios y sus ángeles. Para este ritual no es necesario proteger
el lugar con un círculo mágico.
La persona se sienta en una silla de espaldar recto frente al Este de la habitación, los pies uno
al lado de otro. Entre las manos debe tener un cuarzo blanco de dos a tres pulgadas de ancho, transparente y de punta
fina. El cuarzo debe ser purificado de antemano poniéndolo en agua con sal
de mar por 24 horas, luego enjuagándolo y colocándolo al sol para
reenergizarlo.
Para programarlo se coloca sobre el entrecejo y se le
dice mentalmente que atraiga hacia su dueño paz, amor, protección y energía positiva y que actué como una conexión
continua con el Ángel Guardián. El cuarzo debe tomarse entre las dos manos,
con la punta hacia arriba.
En estos momentos la persona cierra los ojos, se relaja y
comienza una serie de seis pranayamas o
respiraciones profundas. Mientras hace las respiraciones, visualice un gran
rayo de luz que baja del infinito hasta el cuarzo, el cual multiplica esta
radíancia y la dirige hacia la persona. Esta se ve de inmediato envuelta en una
luz deslumbrante.
Tan pronto la persona se ve rodeada de esta luz, comienza
a pronunciar la letra D mentalmente con
gran rapidez. Continúa repitiendo esta letra por varios minutos. Según repite
la letra va a sentir que se despega poco a poco de su cuerpo como si estuviera flotando
en el medio de la luz deslumbrante que la rodea.
Mientras repite la letra D, va a notar que frente a ella
ha aparecido una escalera resplandeciente
de anchos peldaños dorados que se eleva hacia el infinito y se pierde entre las
estrellas. En estos momentos, deja de pronunciar la letra y comienza
ascender por la escalera. Mientras
asciende, comienza a respirar hondamente y a contar del veinte hacia atrás.
La respiración profunda debe acompañar al conteo. Por ejemplo, respirar hondo y
contar mentalmente, veinte; respirar de nuevo y contar, diecinueve; respirar de
nuevo y contar, dieciocho...y así continuar, hasta llegar al uno. Esto eleva a
la persona al estado alfa y a planos superiores de conciencia.
Mientras la persona cuenta, continúa ascendiendo por esta
escalera espiritual. Va a notar como se va elevando sobre la habitación, luego
sobre la casa y los edificios de la ciudad.
Según asciende por la escalera, va dejando atrás la
ciudad, el país, y por fin la tierra. A cada lado de esta escalera luminosa está
el espacio sideral alfombrado de miles de estrellas.
Mientras asciende, continúa inhalando y exhalando y
contando lentamente.
De pronto, frente a ella, está el orbe de la Luna,
envuelta en un halo de luz plateada. Es fácil observar los cráteres y valles
lunares mientras asciende por esta escalera dorada. La persona continúa
ascendiendo y de pronto, al llegar al término de su conteo, ve como la escalera
desemboca en un fulgor resplandeciente. Entra lentamente en esta luz refulgente
y se encuentra frente a un gran portal dorado. Esta es la puerta del cielo. Mentalmente,
la persona pronuncia con gran reverencia el nombre de su Ángel Guardián.
De inmediato, el portal se abre y la persona puede
percibir en su centro la figura luminosa de su Ángel Guardián. El ángel resplandece con una luz cegadora.
Sus grandes alas son más blancas que la nieve y su rostro, lleno de ternura, es
de una belleza indescriptible.
Su técnica está hecha de rayos de sol y su corona está
formada de miles de estrellas. La persona se siente estremecida de emoción ante
esta visión celestial. El ángel abre sus
brazos y la persona entra en ellos. Poco a poco su ser se funde con el del
ángel. Su pecho, su garganta, su frente, y por fin todo su yo es fundido en
la luz del ángel. En estos momentos, la persona ha alcanzado la unión total con
su Ángel Guardián. Miles de destellos dorados surgen de sus auras unidas y
estos destellos forman un sol deslumbrante que explota como una supernova en
medio; de las estrellas. La persona siente la esencia Y energía del ángel vibrar
en cada átomo de su ser. En estos momentos, pronuncia la Plegaria del Ángel
Solar, que es el Ángel Guardián de cada persona:
Ángel bienamado, luz de mi existencia es por ti que vivo,
es por tu clemencia, del amor de Dios, de su providencia recibo la gloria de
esta, tu presencia, en este momento de divina audiencia retira de mi todas mis
dolencias; y cuando te vayas y sienta tu ausencia se quede conmigo, algo de tu
esencia. Ángel bienamado, luz de mi existencia.
El ángel se va retirando poco a poco, su rostro divino
lleno de un amor trascendental. Pero en lo más profundo de su ser, la persona
siente que aún esta con ella. Los portales celestiales se cierran lentamente. Y
todo es de pronto un foco de luz inmensa. De nuevo frente a la escalera, la
persona empieza a ascender por ella. Esta vez ve como se pierde en el infinito
hacia la Tierra, que se vislumbra en el fondo del espacio como un orbe azul que
da vueltas continuamente. Mientras desciende cuenta de manera lenta, esta vez
del uno al veinte. Muy pronto se encuentra de nuevo en su entorno familiar.
Siente de nuevo el peso de su cuerpo sobre la silla. Abre los ojos y da gracias
a Dios y su Ángel Guardián por la gran bendición y gracia que acaba de recibir.
El cuarto se recoge, las velas se apagan y no se vuelven a usar. El cuarzo se
guarda para usarlo en otra ocasión.
Este
ritual es de gran poder y es tal vez el más importante que una persona pueda
hacer en su vida. Da gran paz, sentido de balance y fortaleza ante la vida, y
sobre todo establece una unión total y permanente con el Ángel Guardián.