domingo, 2 de octubre de 2016

RITUAL PARA ALCANZAR LA PAZ INTERIOR JUNTO A TU ÁNGEL GUARDIÁN

Este es el ritual más hermoso y poderoso que existe en la magia Angelical. Para llevarlo a cabo es necesario abstenerse de comer carnes, de tener relaciones sexuales o de tomar licor o usar ningún tipo de drogas, incluyendo medicamentos, por tres días. Veinticuatro horas antes del ritual la persona debe comenzar un ayuno durante el cual sólo debe tomar líquidos, que no incluyen café, té o licor alguno. El ritual solo se hace en Luna Creciente, pero no en día sábado.

Una hora antes del ritual la persona se baña y se viste con una túnica blanca. Como siempre, debe estar descalza porque ante Dios y sus ángeles los pies deben estar descubiertos.

El cuarto donde se va a llevar a cabo el ritual se rocía de antemano con agua y sal de mar y luego se pasa incienso y mirra por todo el ámbito.

Se coloca una vela blanca en los cuatro puntos cardinales de la habitación y se pide la bendición y protección de Dios y sus ángeles. Para este ritual no es necesario proteger el lugar con un círculo mágico.

La persona se sienta en una silla de espaldar recto frente al Este de la habitación, los pies uno al lado de otro. Entre las manos debe tener un cuarzo blanco de dos a tres pulgadas de ancho, transparente y de punta fina. El cuarzo debe ser purificado de antemano poniéndolo en agua con sal de mar por 24 horas, luego enjuagándolo y colocándolo al sol para reenergizarlo.

Para programarlo se coloca sobre el entrecejo y se le dice mentalmente que atraiga hacia su dueño paz, amor, protección y energía positiva y que actué como una conexión continua con el Ángel Guardián. El cuarzo debe tomarse entre las dos manos, con la punta hacia arriba.

En estos momentos la persona cierra los ojos, se relaja y comienza una serie de seis pranayamas o respiraciones profundas. Mientras hace las respiraciones, visualice un gran rayo de luz que baja del infinito hasta el cuarzo, el cual multiplica esta radíancia y la dirige hacia la persona. Esta se ve de inmediato envuelta en una luz deslumbrante.

Tan pronto la persona se ve rodeada de esta luz, comienza a pronunciar la letra D mentalmente con gran rapidez. Continúa repitiendo esta letra por varios minutos. Según repite la letra va a sentir que se despega poco a poco de su cuerpo como si estuviera flotando en el medio de la luz deslumbrante que la rodea.


Mientras repite la letra D, va a notar que frente a ella ha aparecido una escalera resplandeciente de anchos peldaños dorados que se eleva hacia el infinito y se pierde entre las estrellas. En estos momentos, deja de pronunciar la letra y comienza ascender por la escalera. Mientras asciende, comienza a respirar hondamente y a contar del veinte hacia atrás. La respiración profunda debe acompañar al conteo. Por ejemplo, respirar hondo y contar mentalmente, veinte; respirar de nuevo y contar, diecinueve; respirar de nuevo y contar, dieciocho...y así continuar, hasta llegar al uno. Esto eleva a la persona al estado alfa y a planos superiores de conciencia.


Mientras la persona cuenta, continúa ascendiendo por esta escalera espiritual. Va a notar como se va elevando sobre la habitación, luego sobre la casa y los edificios de la ciudad.

Según asciende por la escalera, va dejando atrás la ciudad, el país, y por fin la tierra. A cada lado de esta escalera luminosa está el espacio sideral alfombrado de miles de estrellas.

Mientras asciende, continúa inhalando y exhalando y contando lentamente.

De pronto, frente a ella, está el orbe de la Luna, envuelta en un halo de luz plateada. Es fácil observar los cráteres y valles lunares mientras asciende por esta escalera dorada. La persona continúa ascendiendo y de pronto, al llegar al término de su conteo, ve como la escalera desemboca en un fulgor resplandeciente. Entra lentamente en esta luz refulgente y se encuentra frente a un gran portal dorado. Esta es la puerta del cielo. Mentalmente, la persona pronuncia con gran reverencia el nombre de su Ángel Guardián.

De inmediato, el portal se abre y la persona puede percibir en su centro la figura luminosa de su Ángel Guardián. El ángel resplandece con una luz cegadora. Sus grandes alas son más blancas que la nieve y su rostro, lleno de ternura, es de una belleza indescriptible.
Su técnica está hecha de rayos de sol y su corona está formada de miles de estrellas. La persona se siente estremecida de emoción ante esta visión celestial. El ángel abre sus brazos y la persona entra en ellos. Poco a poco su ser se funde con el del ángel. Su pecho, su garganta, su frente, y por fin todo su yo es fundido en la luz del ángel. En estos momentos, la persona ha alcanzado la unión total con su Ángel Guardián. Miles de destellos dorados surgen de sus auras unidas y estos destellos forman un sol deslumbrante que explota como una supernova en medio; de las estrellas. La persona siente la esencia Y energía del ángel vibrar en cada átomo de su ser. En estos momentos, pronuncia la Plegaria del Ángel Solar, que es el Ángel Guardián de cada persona:

Ángel bienamado, luz de mi existencia es por ti que vivo, es por tu clemencia, del amor de Dios, de su providencia recibo la gloria de esta, tu presencia, en este momento de divina audiencia retira de mi todas mis dolencias; y cuando te vayas y sienta tu ausencia se quede conmigo, algo de tu esencia. Ángel bienamado, luz de mi existencia.

El ángel se va retirando poco a poco, su rostro divino lleno de un amor trascendental. Pero en lo más profundo de su ser, la persona siente que aún esta con ella. Los portales celestiales se cierran lentamente. Y todo es de pronto un foco de luz inmensa. De nuevo frente a la escalera, la persona empieza a ascender por ella. Esta vez ve como se pierde en el infinito hacia la Tierra, que se vislumbra en el fondo del espacio como un orbe azul que da vueltas continuamente. Mientras desciende cuenta de manera lenta, esta vez del uno al veinte. Muy pronto se encuentra de nuevo en su entorno familiar. Siente de nuevo el peso de su cuerpo sobre la silla. Abre los ojos y da gracias a Dios y su Ángel Guardián por la gran bendición y gracia que acaba de recibir. El cuarto se recoge, las velas se apagan y no se vuelven a usar. El cuarzo se guarda para usarlo en otra ocasión.


Este ritual es de gran poder y es tal vez el más importante que una persona pueda hacer en su vida. Da gran paz, sentido de balance y fortaleza ante la vida, y sobre todo establece una unión total y permanente con el Ángel Guardián.

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