La
historia y mitología están llenas de alusiones a los ángeles. Más allá de los
mitos, los ángeles existen. Están aquí para que nos deshagamos de nuestras cargas de miedo, incertidumbre, culpa,
sufrimiento y preocupación. Nos ayudan a reemplazar sentimientos
de indignidad e inseguridad por una sensación de alegría y de arraigo.
Los ángeles nos ayudan a conectar con una fuerza poderosa y a la vez apacible
que nos anima a vivir la vida en toda su plenitud. Hacen posible que vivamos con alegría en vez de con miedo.
Los ángeles nos ayudan a entrar en el mundo del amor.
Existen
muchos tipos distintos de ángeles y cada uno de ellos puede servir para un
propósito determinado en tu vida. Hay ángeles personales, llamados ángeles de la guarda. Son seres que están personalmente
relacionados contigo y tu evolución. Pueden apoyarte en tus tentativas
creativas, protegerlas y ayudarte a hacer realidad todos tus sueños. También
hay ángeles de la naturaleza que son los
guardianes de zonas específicas, tales como las montañas o los lagos. Aquellos
lugares de la naturaleza que transmiten una sensación muy especial suelen estar
bajo la gracia protectora de un ángel.
En determinados momentos de mi vida he buscado el consuelo y la ayuda de mi ángel protector. He sentido su presencia a través de un estado de plenitud sin un estímulo previo que provocase ese sentimiento. Poniendo un símil es algo así como la conexión tan fuerte que experimentas con el mundo de los sentidos al estar enamorada(o). Esa emoción vivida en milésimas de segundos y multiplicada por mil, me transmitió el mensaje que tanto estaba esperando "Todo va a salir bien". Supe que a partir de ese instante todo en mi vida cambiaría a mejor y... así fue.
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