Este
ritual se lleva a cabo al aire libre y se hace para reestablecer contacto con
la naturaleza a través de sus cuatro elementos: aire, fuego, agua y tierra. Los
ángeles de los cuatro elementos son:
Aire:
Rafael.
Fuego:
Miguel.
Agua:
Gabriel.
Tierra:
Uriel.
Aire
El ritual del aire se hace el miércoles en lo alto de una colina
o montaña donde haya bastante viento. Este ritual se hace con un grupo de tres o más personas para que sea más eficaz,
aunque puede ser hecho por una sola persona.
Las personas que toman parte en el ritual deben vestir de
blanco o naranja. Todo lo que requiere
es que todos los participantes ciñan coronas hechas con flores anaranjadas,
como crisantemos, claveles o rosas y carguen un pañuelo color naranja y una
varita de incienso de sándalo o de
lavándula. También se les aconseja cargar consigo una de las piedras
regidas por Rafael.
Las
personas se toman de la mano y forman un círculo.
Así unidas den la vuelta al círculo ocho veces llamando en voz alta a Rafael. A
la octava vuelta se detienen y encienden las varitas de incienso, las cuales
alzan en alto ya que representan el elemento aire.
La persona que dirige el ritual dice lo siguiente con voz
pausada y las demás repiten sus palabras:
Bien amado Rafael,
regente del elemento aire, pedimos tu presencia en estos momentos entre
nosotros para que el poder de tu sagrado elemento nutra y vivifique nuestros
cuerpos y nuestros espíritus en nombre del Creador de Universo.
En este momento los pañuelos se alzan hacia arriba y se
revoletean para que floten en el viento. Generalmente, si el ritual es hecho
con poder y concentración, el viento aumenta de forma muy marcada al hacer
esto.
Personas que han llevado a cabo este ritual han tenido la
experiencia de que el viento ha aumentado de tal forma hasta llegar a tomar
fuerzas casi huracanadas.
Cuando el viento arrecie, todos se quitan las coronas y
deshojan las flores en el aire, diciendo:
Bienvenido Rafael, tuya es la corona y tuya es la
gloria.
Las coronas también se tiran a volar con el viento.
Después todos se sientan en el suelo y comparten bizcochos y vino dulce.
Este es uno de los
rituales más poderosos y vivificante de
los que se hacen con los ángeles de los elementos y todos los que participan en
él mantienen una gran energía y vitalidad durante el resto de la semana.
Fuego
Este es un ritual solitario y se hace en tierra plana, donde no haya mucha vegetación. Para esto se
requiere una vela de las que no se
apagan en el aire, de las que se usan para alejar mosquitos y que se encienden al aire libre.
La persona debe vestir
de rojo y cargar una de las piedras regidas por Miguel. Se sienta frente al sur, que pertenece al
elemento fuego y a Miguel, y enciende la vela, cuya base se entierra en el
suelo. Luego realice seis pranayamas, concentre su vista en las llamas de la vela
y dice lo siguiente:
En estos momentos, la persona visualiza que entra al centro de la llama hasta que esta la
rodea por completo. La visualización debe ser lo suficientemente fuerte
para que la persona sienta el calor regenerador del fuego nutriendo todo su
organismo, su mente y su espíritu.
Una vez dentro de la llama, sentir la presencia del gran arcángel que se acerca y la envuelve con
una luz inmensa. Permanecer en este abrazo Angelical por todo el tiempo
posible.
Luego
regresar mentalmente al mundo material, y a la luz de la llama, comerse un panecito dulce o un bizcochito y
tomar una copita de vino dulce. Durante estos rituales siempre se come y se
toma algo para anclar las fuerzas del ángel. Después se apaga la vela en el
suelo sin soplarla.
Este
ritual da una gran energía a la persona y es especialmente recomendado para
individuos que se sientan débiles o que estén enfermos.
Agua
Este
ritual se lleva a cabo en la playa,
frente al mar. La persona debe vestir de violeta o de plateado y cargar una de las piedras de Gabriel,
preferiblemente una piedra de la Luna.
De pie frente al Oeste, abrir los brazos y decir estas palabras:
"Bien amado
Gabriel, regente del elemento del agua, todo ser viviente en la Tierra procede
del mar, que es la madre de la vida.
Yo te invoco en este
momento, en nombre del Creador del Universo, y te pido que me des un poco de tu
radiante energía celestial para que mi vida fluya, serena y pacífica, como el
mar en calma".
Una vez dicho esto, entrar
al mar hasta que solo los pies sean bañados por las olas. Abrir los brazos
de nuevo y sentir como de las aguas del mar sube hacia ustedes una inmensa luz
que inunda todo su ser y los llena de un profundo amor y regocijo. Amar al mar como su madre espiritual y
sentir que sus aguas les acarician los pies como un beso maternal. Sentir
la presencia Angelical de Gabriel rodearlos de una gran ternura. Generalmente,
cuando se hace este ritual, las aguas del mar suben más allá del límite de su
marea y por esto no se debe entrar al agua más allá de los tobillos.
Este
ritual da una gran paz la cual permanece con la persona por largo tiempo.
Después salir del mar, se debe comer el bizcochito y tomar la copa de vino,
frente a las aguas.
Tierra
Este ritual se lleva a cabo en un bosque o en un sitio donde haya muchos árboles, como un bosque.
Es excelente para personas que están
deprimidas, nerviosas o débiles. La persona que
hace el ritual debe vestir de verde y
cargar la piedra verde como un jade o una malaquita, que también le
pertenecen a Uriel. Debe llevar consigo una canasta con migajas para los pájaros y nueces para las ardillas.
Manzanas y otras frutas deben formar parte de esta ofrenda a la naturaleza y
sus criaturas. Una vez en el bosque o parque, se escoge un árbol grande, de tronco ancho, como un roble o un pino, y a
sus pies se extiende un pañuelo verde, donde la persona se sienta, con
su espalda contra el tronco del árbol.
Una
vez sentada, se relaja y hace seis pranamas y dice lo siguiente:
"Bien amado
Uriel, regente del elemento tierra, en nombre del Creador del Universo, te
invoco para que viertas sobre mi espíritu atribulado por las pruebas de la
vida, tu divina esencia regeneradora, para que según crecen las plantas de la
madre Tierra, así crezca mi espíritu en serenidad, paz, y salud física, mental
y espíritual".
Cerrar los ojos y visualizar una inmensa luz que desciende
del infinito sobre el árbol, y a través del tronco de este hacia el cuerpo de
la persona.
Sentir
la gran energía vivificante y generosa del árbol extenderse por todo su cuerpo,
su mente y su espíritu. En breves momentos, sentir la
presencia sublime del gran arcángel envolverlos
en su manto de amor divino.
Permanecer en este abrazo celestial por el mayor tiempo
posible. Luego sacar las ofrendas de la
canasta y tirarlas a su alrededor sin moverse de su posición debajo del árbol.
Ahora decir lo siguiente:
"Bien amada Madre
Tierra, según yo nutro a tus criaturas, nútreme tu a mí con tu gran amor y
compasión. Cura mi cuerpo y mi espíritu y lléname de tus amplias energías
cósmicas".
Comer el bizcochito y tomar el vino y llevarse el pañuelo
y la canasta al terminar el ritual.
El
resultado de este ritual es una gran estabilidad y paz que ayuda a fortalecer
grandemente el sistema nervioso central de la persona.
Fuente: Rituales con los Ángeles
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